Valladolid
y Betis demostraron a todo el que se atrevió a ver el partido el porqué de la clasificación
de ambos. El equipo de Garrido seguirá como colista y ha desperdiciado la
primera oportunidad para iniciar una remontada que se antoja cada vez más
descabellada.
Y es
que mientras que no lleguen fichajes que le den al Betis un plus de
competitividad, va a ser muy difícil que los verdiblancos consigan ganar algún
partido. Si frente al Valladolid no perdió fue porque los centrales estuvieron
muy solventes y porque los delanteros pucelanos no inquietaron demasiado. En
cuanto a la construcción del juego y a la creación de ocasiones de gol, más de
lo mismo. La carencia de ideas y de fundamentos para poder lograr ponerse en
ventaja es alarmante. Verdú, Molina, Matilla, Rubén y Salva Sevilla se
arrastran por el césped y no poseen la chispa necesaria para desequilibrar.
Solo lo hace Juan Carlos debido a su velocidad, pero el extremo es incapaz de
tener la templanza mínima para dársela a un compañero de manera correcta. Los
que pensaban que con el cambio de entrenador las cosas mejorarían, habrán
comprobado que estaban equivocados. El problema del Beis no es de entrenador.
El mal reside en las cualidades de los jugadores. Los pobres no dan para más.
Con
estos jugadores se van a lograr los puntos necesarios para lograr la
permanencia. Ya están tardando en traer a los refuerzos. El domingo frente al
Osasuna disputará el Betis una nueva final. Así será imposible ganar.
LO MEJOR: que no se perdió.
LO PEOR: que no atisba mejoría alguna.
Feliz año. Comentar que seis horas antes de comenzar el partido pasaba por delante del estadio de Zorrilla por la A 62 de vuelta a Sevilla.
ResponderEliminarTuve la duda de parar, ver el partido y pasar esa noche allí, pero compromisos familiares (Reyes Magos por ejemplo) me hizo desistir, y menos mal.
Porque entre el frío que hacía y lo que se vió después, que pesadilla.
Yo solo comento una cosa, ¿cómo pueden seguir jugando en este equipo ex-jugadores como Chica o Didac?, por nombrar a los más emblemáticos.
No puede haber jugadores más malos, horrorosos.