Media
liga ha tardado el Betis en dejar certificado el descenso a Segunda División. Sumar
11 puntos en 19 partidos es tan ridículo como pensar en una milagrosa remontada
que ni el más insensato de todos los insensatos del mundo cree que se produzca.
Todas
las esperanzas depositadas en el partido frente a Osasuna como inicio de la
recuperación bética se fueron al garete en un minuto. Exactamente el tiempo que
tardaron los navarros en ponerse por delante. Torres le ganó la espalda con
muchísima facilidad a Juanfran y batió a Andersen con sencillez. Cierto es que
tras el revés osasunista a las primeras de cambio, el Betis despertó y tuvo
ocasiones suficientes (todas de Baptistao) como para empatar el partido. No lo
hizo y se suicidó con la expulsión evitable de Nono. Si a un equipo que adolece
de la mayoría de las cualidades necesarias que debe tener para ganar un partido
que vas perdiendo, le unes la inferioridad numérica, es descabellado pensar en
un volteo del marcador.
Garrido
tras el descanso se la jugó sacando una defensa de tres en defensa, tres en el
medio y tres arriba. Baptistao volvió a tener el empate en sus botas, y sin
tiempo para lamentarse de la ocasión perdida, un centro de Osasuna al área
verdiblanca la mandó a gol Jordi Figueras. El circo se completó con la
expulsión del portero rival tras hacerle un penalti a Rubén Castro. El canario
lo lanzó y mando el balón al larguero. A diez minutos del final, Molina logró
el gol bético. Los más optimistas veían la remontada como una posibilidad épica,
pero jamás consiguió el Betis inquietar con seriedad la portería osasunista.
Ahora
la salvación está a siete puntos. Eso es lo de menos. Da igual la distancia en
puntos a la que se encuentre el puesto 17. Jugando así es imposible pensar en
salvar los muebles. No fichen ahora. Reserven el dinero para montar el equipo
que nos devuelva en 2015 a Primera División.
LO MEJOR: la casta de Amaya.
LO PEOR: el olor a cadáver que desprende el
Betis.
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