domingo, 12 de enero de 2014

La Segunda ya es un hecho

Real Betis Balompié 1 (Jorge Molina) – C. A. Osasuna 2 (Torres y Figueras en propia puerta)

Media liga ha tardado el Betis en dejar certificado el descenso a Segunda División. Sumar 11 puntos en 19 partidos es tan ridículo como pensar en una milagrosa remontada que ni el más insensato de todos los insensatos del mundo cree que se produzca.

Todas las esperanzas depositadas en el partido frente a Osasuna como inicio de la recuperación bética se fueron al garete en un minuto. Exactamente el tiempo que tardaron los navarros en ponerse por delante. Torres le ganó la espalda con muchísima facilidad a Juanfran y batió a Andersen con sencillez. Cierto es que tras el revés osasunista a las primeras de cambio, el Betis despertó y tuvo ocasiones suficientes (todas de Baptistao) como para empatar el partido. No lo hizo y se suicidó con la expulsión evitable de Nono. Si a un equipo que adolece de la mayoría de las cualidades necesarias que debe tener para ganar un partido que vas perdiendo, le unes la inferioridad numérica, es descabellado pensar en un volteo del marcador.

Garrido tras el descanso se la jugó sacando una defensa de tres en defensa, tres en el medio y tres arriba. Baptistao volvió a tener el empate en sus botas, y sin tiempo para lamentarse de la ocasión perdida, un centro de Osasuna al área verdiblanca la mandó a gol Jordi Figueras. El circo se completó con la expulsión del portero rival tras hacerle un penalti a Rubén Castro. El canario lo lanzó y mando el balón al larguero. A diez minutos del final, Molina logró el gol bético. Los más optimistas veían la remontada como una posibilidad épica, pero jamás consiguió el Betis inquietar con seriedad la portería osasunista.

Ahora la salvación está a siete puntos. Eso es lo de menos. Da igual la distancia en puntos a la que se encuentre el puesto 17. Jugando así es imposible pensar en salvar los muebles. No fichen ahora. Reserven el dinero para montar el equipo que nos devuelva en 2015 a Primera División.

LO MEJOR: la casta de Amaya.
LO PEOR: el olor a cadáver que desprende el Betis.

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