domingo, 24 de agosto de 2014

Sufrimiento innecesario y ridículo


C.E. Sabadell 2 (Edgar y Tamudo) - Real Betis Balompié 3 (Cejudo, Matilla y Renella)

El Betis tiró por la borda la buena imagen del partido con un final lamentable que a punto estuvo de costarle la victoria. Salvo esos cinco minutos finales, el equipo verdiblanco fue dueño absoluto del encuentro, mostrando una superioridad muy grande.


Tardó poco el conjunto bético en adueñarse del control del partido. La superioridad fue manifiesta y el Sabadell apenas inquietó a Adán. Sin embargo el Betis se precipitaba en los metros finales y no se mostraba fino para terminar las jugadas. Se adelantó gracias a un tanto de Cejudo. El cordobés mandó a la red una pelota rechazada a tiro de Rubén Castro tras un buen saque de falta de Alex Martínez. Con el gol, los de Velázquez se mostraron más acertados a la hora de construir las jugadas de ataque. En una de ellas, Castro se la puso en bandeja a Matilla para que, de fuerte disparo, el manchego lograra poner el 0-2 en el marcador.


La segunda parte fue de total control por parte verdiblanca. El entrenador bético pobló el centro del campo para que el manejo del partido fuera aun mayor. Los contragolpes se sucedían y era cuestión de tiempo que llegara el tercer gol del Betis, que llegó tras un chut de Rubén Castro que rebotó en Renella. Lo que pasó a raíz del 0-3 entra dentro del espectro paranormal que rodea al Betis. Una malísima salida de Adán permitió al Sabadell recortar distancias. Sin tiempo para pensar en el gol encajado, Tamudo logró el segundo tanto catalán para poner a prueba los nervios de los béticos a las primeras de cambio. Menos mal que la cosa quedó ahí.


Siendo optimistas, hemos de pensar que quedan tres puntos menos para lograr el ascenso. Pero si le hacemos caso a los últimos cinco minutos, de lo que estaremos más cerca será de no descender a Segunda División B.


LO MEJOR: los primeros 88 minutos.
LO PEOR: el final del partido.

sábado, 23 de agosto de 2014

La enésima travesía del desierto


Arranca en pocas horas una nueva temporada en la que el Real Betis Balompié tiene la obligación de volver a Primera División. Con Velázquez al mando y con jugadores experimentados y de solvencia para la categoría de plata, el club de Heliópolis debe demostrar que es el favorito número uno para lograr el ascenso. Eso sí, con el nombre no se gana y habrá que trabajar duro para conseguir la ansiada meta.

Una vez más, los béticos tenemos que campear el temporal de un fracaso deportivo y volver a ilusionarnos con el retorno a Primera. Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra y, habría que añadirle a esta acertada frase que, el bético, tropieza infinitas veces. Estos traspiés continuos provocan que el aficionado verdiblanco repita, con mayor frecuencia de la deseada, una travesía por el desierto, una bajada al infierno que siempre concluye con un ascenso. El que sea pesimista pensará que de esta maldición jamás vamos a librarnos y que, cada cierto tiempo, tendremos que ir a pagar por nuestros pecados a lugares inhóspitos y nada deseables. El que no confía en que un día esta situación cambiará, se ha acostumbrado a estos vaivenes y a los sinsabores de una historia llena de sobresaltos, de cimas y simas.

Y luego están los béticos que derrochan un optimismo descabellado y utópico. En este grupo me incluyo porque jamás podrán arrebatarme las ganas de soñar. Sueño con alcanzar la tierra prometida, con encontrar un oasis permanente en el que alojarme y abandonar por siempre el desierto. Sueño con unos dirigentes que estén, al menos, a la mitad de altura que está la afición bética. Es una barbaridad el número de abonados que tiene el Betis tras la campaña que realizó el equipo la temporada pasada. Sueño también con que, como dice nuestro himno, estemos apiñados como balas de cañón todos los béticos, dejando al margen los intereses particulares (que los hay) de plataformas, asociaciones y fundaciones.

Y puestos a soñar, comencemos mañana en Sabadell. Desde primera hora hay que demostrar que no nos corresponde esta categoría, que tenemos la obligación de ascender y que lo vamos a conseguir. No será fácil, nada lo es, pero tenemos que confiar en que el objetivo se alcanzará y que dentro de diez meses estaremos celebrando, otra vez, que volvemos al lugar que jamás debimos abandonar. Y a ver si de una vez por todas es para siempre. A ver si de una vez encontramos la estabilidad soñada y le damos una patada a nuestra historia de ascensos y descensos. Que así sea.