El año
que acabará en pocas horas pudo haber sido espectacular. Las bases estaban
puestas para poder dar un salto en las aspiraciones y en los objetivos del
proyecto deportivo del Betis, pero la realidad ha sido completamente distinta.
Pocos
imaginábamos en junio que el Betis fuera a terminar el año como colista de la
Primera División. Cuando Jorge Molina mandó a la escuadra en balón que supuso
el punto que necesitaba el equipo verdiblanco para sellar su pasaporte europeo,
la ilusión y la alegría se desataron entre la fiel afición bética. El Betis había
culminado su particular travesía del desierto y parecía que dejaba atrás
definitivamente los fantasmas del pasado. Nada más lejos de la realidad. Un
pésimo trabajo a la hora de confeccionar la plantilla para la temporada más
ilusionante de los últimos años, tiró por la borda todo lo logrado desde julio
de 2010. Los fichajes llegados devaluaron deportivamente al Betis, que fue
incapaz de competir con garantías desde septiembre.
Como
consecuencia de todos estos errores groseros, Mel dejó de ser el entrenador del
Betis y Stosic también fue despedido como Director Deportivo. Ahora, el club de
Heliópolis, se encomienda a que Garrido y su equipo de ayudantes acierten con
los fichajes y le saquen el rendimiento que permita al equipo verdiblanco
remontar posiciones en la tabla y evitar el descenso. Será un trabajo arduo y
complejo, pero mientras haya vida hay que mantener la esperanza.
Y no
solo ha perdido el Betis crédito en lo meramente futbolístico.
Institucionalmente también está en crisis. Las voces contrarias al consejo son
cada vez más numerosas y sonoras. Si bien la gestión económica es modélica, el
fracaso a la hora de invertir lo necesario para crear un equipo de garantías es
rotundo. Se une todo esto a las últimas noticias aparecidas en torno a Bosch
Valero, que de ser ciertas, debería dimitir de inmediato o, en su defecto, ser sustituido
por el Juzgado que instruye el caso judicial en el que está inmerso el club.
Otro de
los episodios negativos ha sido protagonizado por los ultras. No es nada nuevo
lamentablemente, pero este año se ha llegado demasiado lejos. Han entrado al
césped durante un entrenamiento con el consentimiento de Pepe Mel; los gritos y
gestos racistas del pasado derbi en Nervión y contra Nosa en el del Villamarín
han manchado la imagen de una afición que para nada se ve representada por
estos aficionados; y agredieron e insultaron a los simpatizantes del Vitoria de
Guimaraes, que se tomaron la justicia por su mano cuando el Betis visitó
Portugal y la tragedia se esquivó de manera milagrosa. Esta gente no aprenderá
jamás, y bien haría el club en seguir el ejemplo del Real Madrid.
Así que
lo que pudo haber sido un año bonito y espectacular, ha derivado en una crisis
total y muy grave. Ojala que la entrada del nuevo año traiga un nuevo Betis.
Pero tened en cuenta que, a nuestro amado club, hay que quererlo cuando menos
lo merezca, porque será cuando más lo necesite.
Feliz 2014 y VIVA EL BETIS.
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