Se acerca el
final de la Liga
y ha llegado la hora de la verdad, el momento de certificar con la
clasificación europea el buen trabajo de la temporada. Cuatro finales que hay
que ganar, no cabe otra posibilidad.
Aunque antes de
comenzar el campeonato el objetivo fuera la permanencia y ésta se haya logrado
de manera holgada y brillante, la trayectoria del equipo de Mel ha hecho que
las miras apunten a cotas más exigentes. Y es que tras estar toda la temporada
merodeando por los puestos nobles de la tabla, caerse a última hora sería
decepcionante. No un fracaso pero si una decepción. Tras muchos años de
mediocridad en Primera División, es hora de celebrar una clasificación digna y
que permita jugar la Europa League.
Disputar una
competición continental es prestigio para la entidad. Habría que disputar una o
dos rondas previas (según seas 6º o 7º) en agosto que, de solventarse, traerían
al Villamarín a equipos de renombre. Si esto se produjera el club tendrá que
trabajar duramente para confeccionar una plantilla con las garantías
suficientes para competir en tres frentes. Habría que traer futbolistas con
experiencia pero que sigan teniendo hambre y que su profesionalidad sea
palpable para que la implicación en el proyecto sea plena.
Por mucho que
digan algunos que la Europa League
no interesa, yo pienso que disputar competiciones continentales es la mejor
manera para que el Real Betis crezca deportiva, estructural y económicamente.
Ahora bien, el nivel de exigencia no sólo recaería en los jugadores y el cuerpo
técnico. La directiva también deberá responder y trabajar de manera más dura y
sacrificada.
En estos cuatro
partidos se juega mucho el Real Betis. Ojala que el equipo sea capaz de lograr
clasificarse, al menos, en la séptima posición. Sería un bonito premio para los
jugadores, Mel y, por encima de todo, para una afición que tiene muchas ganas
de celebrar algo importante en la máxima categoría.
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