El
Betis sumó en Zaragoza la sexta victoria como visitante, alcanzando 31 puntos
en la clasificación. El conjunto de Mel ganó merecidamente, aunque debió
sentenciar el partido con el tercer gol.
Tras
unos primeros minutos de tanteo (o tonteo), el Zaragoza tomó el mando del
partido en la recta final de la primera parte. La defensa verdiblanca tuvo que
aplicarse para evitar que los maños se adelantaran. Para que un equipo triunfe
es primordial contar en sus filas con un jugador que marque goles con
facilidad. Y ahí es donde aparece Rubén Castro. El canario rondó el gol en
varias ocasiones pero siempre acababa en fuera de juego. En el último minuto de
la primera mitad logró desmarcarse sin caer en posición antirreglamentaria, por
mucho que Jiménez se quejara en la rueda de prensa. Campbell vio el desmarque
de Rubén y le puso una gran pelota en profundidad para que el delantero bético batiera por bajo a Roberto. Ya
tenía el Betis el partido como le gusta: por delante en el marcador para salir
al contragolpe. Entró de refresco Molina y lo primero que hizo fue fallar un
gol cantado. Se rehízo al instante al aprovechar un regalo de la defensa zaragocista
y resolver con maestría, recortando al defensor y enviando con la izquierda el
balón al fondo de la portería. Pudieron llegar más goles en contrataques
clarísimos que no supieron aprovechar los delanteros verdiblancos. Es ley del fútbol
que quién no sentencie un partido sufra. Y así fue. Montañés logró recortar
distancias y meter nuevamente al Zaragoza en el encuentro. Pero para ser
justos, los de Jiménez no lograron hacer sufrir al Betis. Solo una internada de
Apoño por la izquierda llevó algo de incertidumbre a la afición bética. El
resto de jugadas fueron balones colgados que Adrián solventó de manera
efectiva.
Y así
fue el primer partido del año para el Betis. A falta de una jornada para el
ecuador de la competición, está más que claro que el objetivo de principios de
Liga se ha quedado obsoleto. Europa se atisba en el horizonte. A pelear por
ella.
LO MEJOR: los números del Betis y la
sensación de equipo trabajado, que sabe a lo que juega y que interpreta la
mayoría de los partidos de manera muy inteligente.
LO PEOR: la tarjeta de Beñat, que se
perderá el partido frente al Levante.
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