Es hora de actuar

Nueva colaboración de un amigo de este blog. En esta ocasión, Joaquín Díaz Cáceres, paisano, compañero de nuestra época de tuercebotas y bético a las duras y a las menos duras, refleja su manera de afrontar la situación tras el expolio de anoche en el Villamarín.

 

El fútbol español es un reflejo del país en el que vivimos. Lo uno y lo otro se encuentran sometidos a los designios de los poderosos, al capricho y a los intereses de los que más tienen. Dominados y amordazados por los dueños del dinero.

Reparto televisivo, arbitrajes, horarios, corrupción en todos los estamentos deportivos... Todo huele a podredumbre, y algún día va a estallarnos en la cara si no le ponemos remedio. Por eso creo que ha llegado la hora de dar un golpe en la mesa. Algún equipo, aún a riesgo de que se ceben contra él los lacayos del poder establecido, debe explicitar este estado de cosas. Debe desenmascarar este sistema de injusticias e impunidad. De no ser así, estaremos condenados a padecerlo, y a sufrirlo, eternamente, cual día de la marmota.

Por ejemplo: El Betis no debería presentarse a jugar en Málaga. Dar por perdidos esos tres puntos, porque de todas formas han decidido que los perdamos igualmente, con los horarios, con las expulsiones, con el juego sucio…

 

Este sencillo acto de dignidad no podría ser obviado por nadie. Serviría como denuncia de la basura que maneja, y decide, en nuestro fútbol. Al menos, nos evitaría convertirnos en cómplices de esta mafia que manipula a su antojo las ilusiones y los sentimientos de tantos aficionados de a pie.

Un ejemplo, un sencillo gesto que serviría como espoleta para arrancarnos la mordaza, y para evitarnos la náusea infecta, y la rabia ahogada que nos domina desde la noche del miércoles 26 de septiembre, una nueva noche de infamia.

Perder tres puntos para mantener nuestro orgullo. Así de sencillo. Así de simple. ¿Nos atreveremos alguna vez, en serio, a cuestionar este (des)orden establecido e institucionalizado? Alcemos nuestras voces o enterrémoslas para siempre. De nosotros depende...

 

Joaquín Díaz Cáceres