Hoy es 11 de junio. Por mucho que nos duela el alma por el
repentino y triste fallecimiento de Sebastián Alabanda, hoy es un día de
recuerdos felices y emocionantes. Ya han pasado nueve años de aquella noche
mágica en el Vicente Calderón y aun tengo la imagen del gol de Dani grabada a
cámara lenta en mi mente.
Aquel 11 de junio de 2005 sigue siendo el día más feliz que
he vivido como bético. Desde entonces, los momentos buenos han sido escasos, a
cuenta gotas. Muy sabia fue la reflexión de Lorenzo Serra Ferrer al término del
partido, cuando dijo aquello de que el Betis sería lo que Lopera quisiera que
fuese. El resultado de la gestión del imputado no hace falta explicarla.
Podríamos resumirla tirando del refrán “de aquellos polvos, estos lodos”. Pero
volviendo al día en el que fuimos campeones y a los recuerdos bonitos, voy a
contar los que más me emocionaron. Algunos coincidirán con los que tienen la
mayoría de los béticos. Pero hay otro muy especial y que es genuino, personal e
intransferible.
Como muchos de ustedes, me emocioné al ver llegar el autobús
al estadio. No podía avanzar de la cantidad de gente que había esperándolo. Los
gritos y cánticos de ánimo de aquel momento provocaron las primeras lágrimas de
la tarde. La cara de asombro y de emoción que tenían los jugadores tras las
ventanas me dieron confianza en que la victoria sería nuestra. Obviamente me
desgañité chillando como un loco tras el gol de Dani. Recuerdo a la gente
diciendo “pásala a Oliveira” que estaba solo para rematar a placer. Pero no, el
trianero decidió golpear con su zurda el balón, para alegría de todos. Con el
final del partido, como no podía ser de otra forma, el llanto fue ya
incontrolable. Los abrazos con mi hermano Joaquín, mi primo Javier y con mis
amigos de Almensilla: Tomás, Alfredo, Maki, Martín y Alejandro son otro
recuerdo imborrable. Y cuando los béticos que tuvimos la suerte de acudir al
Calderón vimos a Cañas recoger la Copa, la felicidad fue indescriptible,
alcanzando el nivel máximo cuando sonó el Himno del Real Betis y todos lo
cantamos con el corazón en la boca.
Pero el más bonito de mis recuerdos fue el que he dicho antes
que es más personal. Resulta que cuando mi hermano, mi primo y yo empezamos a
acudir al Benito Villamarín como socios, en la temporada 1996/1997, había un
señor que se fumaba un puro durante el partido justo al lado de nosotros. Mi
primo dijo que un día nos llevaríamos un puro para fumárnoslo, a lo que le
contesté que eso pasaría el día que el Betis lograra un título. Pues me acordé
de aquella conversación y me agencié unos puros para llevármelos a Madrid.
Cuando ya había terminado el partido e íbamos a abandonar el Calderón, saqué
los puros y le dije a mi primo: ¿te acuerdas del que se fumaba los puros
delante nuestra y de lo que te dije en su día? Pues aquí tienes el puro. Nos
abrazamos emocionados y nos fuimos fumando y cantando grada abajo el famoso arriba, arriba, arriba, arriba Betis
campeón, somos campeón de España, somos campeón de España en el Vicente
Calderón.