Dos
horas antes del comienzo del partido el Betis descendió matemáticamente a
Segunda División. Se confirmó lo que todo el mundo sabía desde hace meses. El
encuentro careció de cualquier sentido. Ganó la Real como era de esperar en un
estadio con menos de un tercio del aforo completado.
Analizar
el partido es absurdo. El análisis se debe realizar a otros niveles y ámbitos. Desde
la nefasta planificación hasta el daño que el proceder de Mercedes Alaya le
está haciendo al Real Betis, pasando por la calamitosa situación institucional.
Así, el futuro inmediato de la entidad de Heliópolis es muy oscuro y poco
alentador. Las medidas cautelares y la tardanza de todo el proceso judicial
impide a al club verdiblanco realizar un proyecto de garantías, que sea firme y
con objetivos bien definidos. La provisionalidad de todo lo que rodea al Real
Betis es una losa que, hasta que no se la quite de encima, impedirá al club de
La Palmera vivir de la manera que merece.
Lo
único que permitirá al primer equipo bético optar al ascenso es que se acierte
a la hora de elegir al director deportivo y al entrenador. Lo otro, lo
institucional, dependen de más factores que son muy complejos. Ah, y que a
nadie se le olvide que toda esta calamitosa situación, tiene su origen en la
gestión de Lopera al frente del Betis.
LO MEJOR: que solo quedan tres partidos.
LO PEOR: el negro futuro que le espera al
Betis.