Hace ocho años el Real Betis
Balompié tocó el cielo con las manos gracias al gol de Dani en la Final de
Copa. El conjunto verdiblanco lograba su segunda Copa del Rey y cerraba una
temporada histórica, quizá la mejor de su historia.
Pasó que, en el mismo césped donde
el Betis se acababa de proclamar campeón, Serra Ferrer pronunció una frase
lapidaria: el Betis será lo que Lopera quiera que sea. Y así fue. El ex
presidente quiso, con una política de fichajes nefasta, que el Betis se
convirtiera en un equipo ramplón y sin ideas, con un proyecto deportivo
descabellado que hizo caer al club al infierno de la Segunda División sólo
cuatro años después de aquella noche mágica. A todo este sinsentido deportivo
se le unió el institucional. Se inició el proceso judicial que hoy aún sigue y
que deja a las claras, o por lo menos eso dicen los peritos de la Guardia
Civil, que Lopera desvió casi 30 millones de Euros del Betis hacia empresas de
su propiedad.
A parte del descenso de 2009, tuvo
que soportar la afición bética la vergüenza de ver como entraba en el club un
personaje de la calaña de Luis Oliver, con el beneplácito de Pepe León, Manuel
Castaño, Rodríguez Sacristán, Rufino y toda la corte de consejeros pelotas y
cómplices de la gestión de Lopera. Afortunadamente eso duró poco porque la
justicia se encargó de ponerlos en su sitio. La administración judicial se
apoderó del club, y bendita sea la hora en la que ocurrió. Desde entonces, la
gestión de la entidad verdiblanca es modélica. Se ha conseguido llegar a buen
puerto en las negociaciones con las empresas, clubes y personas con las que el
Betis tenía deudas que saldar. Los jugadores y empleados cobran religiosamente
y la deuda global baja paulatinamente. Sirva como ejemplo que al Betis no se le
ha negado la posibilidad de competir en la Europa League como si se ha hecho
con otros clubes con problemas parecidos. A todo este galimatías económico y
judicial se le unen, de manera positiva, los buenos resultados deportivos del
equipo que, de la mano de Pepe Mel, ha conseguido en menos de tres años pasar
de Segunda a Europa.
Aquel 11 de junio de 2005 el Betis
se situó en un trampolín. Pudo coger el impulso adecuado y alcanzar cotas más
altas y gloriosas, pero el salto fue al contrario. El Betis cayó a un abismo
casi definitivo del que ahora está saliendo. Por eso, la recuperación
institucional unida al éxito deportivo, hace que esta situación tenga una
importancia similar a la de aquel título copero.
¡AMÉN!
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